Nos conformamos a través de la mirada del otro y es en ese acto en el que surge la compasión, la forma que toma el amor cuando se acerca al sufrimiento.

En conmemoración del Día Mundial de los Cuidados Paliativos recordamos a todos los pacientes y profesionales que se reconocen a través de esa mirada, porque en ese acto de vida, ayuda, de asilo y de sostén se acompaña el camino de la despedida.

«Cuando entres en mi habitación hazlo sin prisa, yo no la tengo. Cuida mi cuerpo como si fuera cristal, recuerda que el dolor se ha hecho mi molesto compañero, que a veces me falta el aire. Sigue mi ritmo, yo no puedo seguir el tuyo. Cuando entres en mi habitación, no mires solo mi cuerpo enfermo, ese no soy yo.

Respeta mis deseos, mis opiniones, mis valores., estoy en tus manos, mantén mi dignidad intacta. Búscame en mi mirada y entra en mi tormenta a través de mis ojos; escucha los truenos de mis miedos, el frio de mis solitarias tristezas….entiende los huracanes que provocan mis altibajos emocionales, acompáñame en ellos, también en las risas y las bromas necesarias.

Cuando entres en mi habitación regálame un poco de tu tiempo, el mío es escaso. Tu compañía quizá me ayude a expulsar, durante un instante, a los monstruos que me habitan.

Parece poco, pero al final nos damos cuenta de que estamos hechos de ellos, de instantes. Si te hablo mírame a los ojos, solo así podré saber que me estás escuchando. Si no te hablo respeta mis silencios, puede que necesite estar solo, sal de mi habitación…, pero no te vayas lejos.

Cuando entres en mi habitación deja la lástima fuera, porque no es tu lástima lo que necesito, sino tu compasión y tu energía, solo así llegaré a salvo y sin miedo hasta cruzar mi última puerta.

Cuando entres en mi habitación entra en mi tormenta, no para romperte conmigo, sino para ayudarme a no seguir rompiéndome yo«.

Unidad Cuidados Paliativos Hospital Fundación San José