La danza como herramienta terapéutica en el proceso neurorrehabilitador

La danza es una de las formas más antiguas, tanto de expresión como de curación del ser humano. Su utilización como herramienta terapéutica es una tendencia creciente, con prometedores resultados en numerosas patologías. En pacientes con condiciones neurológicas no es la excepción. 

Numerosos estudios han mostrado efectos beneficiosos, tanto en procesos neurodegenerativos, puesto que ayuda en la regulación de la neurodegeneración, como en daño cerebral adquirido (DCA), porque moverse al ritmo de la música estimula la neuroplasticidad y neurogénesis.

La danza mejora la atención, la memoria- si hemos de memorizar una secuencia de movimientos o coreografía-, la conciencia espacio temporal, estimula la liberación de neurotransmisores que median el dolor y potencian el proceso neuroplástico, además, ayuda a reducir el riesgo de muchas comorbilidades asociadas a condiciones neurológicas, como la hipertensión, diabetes, depresión, obesidad. Participa en la reducción del estrés, mejora la expresión corporal, ayuda al proceso de regulación de emociones, contrarresta la reducción de movimiento de la persona, propio del proceso de hospitalización, entre muchos otros beneficios. Asimismo, se han constatado mejoras sobre el estado emocional, en diferentes fases del proceso de rehabilitación, la calidad de vida, adherencia al tratamiento, y la condición física de las personas.

Los mecanismos neurofisiológicos por los que se producen estos efectos siguen en estudio actualmente. Lo que sí sabemos, es que el baile activa diferentes circuitos neuronales- motores y sensoriales-, a la vez que la música actúa sobre el hipotálamo, el núcleo accumbens y el área tegmental ventral, lo que activa los centros de recompensa y placer de nuestro cerebro.

A día de hoy, y mediante técnicas de neuroimagen, se ha podido observar que mientras unas áreas del cerebro se encargan de la orientación corporal y nos permiten movernos en el espacio, en la dirección correcta, existen otras áreas que hacen que podamos sincronizar nuestros movimientos al ritmo de la música. Gracias a estos avances, se han podido determinar también las áreas corticales mayoritariamente implicadas en este proceso: en el lóbulo frontal se produce la planificación del movimiento;  la corteza premotora y el área motora suplementaria se encargan de nuestra posición espacial y de permitirnos evocar patrones motores aprendidos; la corteza motora primaria envía la orden motora a los músculos efectores; mientras que el cerebelo y los ganglios basales nos mantienen en equilibrio y permiten la sincronización del movimiento con la música. De esta manera, se producen las condiciones ideales para generar cambios neuroplásticos.

En neurorrehabilitación, es de vital importancia elegir actividades significativas y motivantes para la persona, de las que pueda participar también su entorno, ya que así, podemos conseguir mayor adherencia al tratamiento, participación de la persona e implicación de su entorno, traduciéndose en una mejora en su calidad de vida.

Por todo esto, la danza puede jugar un papel fundamental como herramienta terapéutica en neurorrehabilitación, tal y como muestra el siguiente testimonio de uno de los pacientes de nuestro Hospital junto a su fisioterapeuta:

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