En primera persona: de papá a fisioterapeuta

Desde 2023, Isaac es oficialmente fisioterapeuta y hoy nos cuenta cómo aterrizó en la profesión, y posteriormente en nuestra Unidad de Terapia en el Agua, de la mano de su hijo con discapacidad.

Conocí la discapacidad a través de nuestro pequeñajo, que además de nacer con una súper sonrisa llegó con una mochila llamada parálisis cerebral. Esto hizo temblar los cimientos de todo lo que teníamos programado para su futuro y el nuestro; y nuestros valores y prioridades cambiaron radicalmente volcándonos siempre en buscar lo mejor para él a todos los niveles.

En esa búsqueda de lo mejor a nivel médico, físico e intelectual, conocí el mundo de la rehabilitación: fisioterapeutas, logopedas, terapeutas ocupacionales, psicólogas…

Desde el primer momento nos involucramos en la rehabilitación del peque siguiendo las pautas de las distintas profesionales que trataban a Isaac, de tal forma que hubiera una trasferencia de lo que ellas hacían en las sesiones a nuestro ámbito familiar. Poco a poco me fue picando el gusanillo de la fisioterapia, y aún más la necesidad de entender qué estaban haciendo en aquello que se llamaba Vojta, Bobath, terapia restrictiva, terapia acuática, y esas cosas tan raras qué producían tantos cambios en nuestro hijo.

La primera vez que me metí en la piscina con el peque y un fisioterapeuta, qué más tarde se convertiría en mi amigo y maestro, empezó mi pasión por el medio acuático.  No olvidaré nunca esas sesiones entre ajustes mentales (sobre todo el mío) y control de ejes. Yo veía que los cambios se iban produciendo en Isaac y en nosotros, poco a poco íbamos consiguiendo dar pequeños pasos y ganando confianza, ayudándonos a entender la discapacidad y cómo a través del agua conseguir sacar todas las fortalezas del peque.

Uno de los culpables de que hoy me dedique a la fisioterapia es aquel profesional que sacaba sonrisas a mi hijo. Al ver cómo disfrutaba durante las sesiones, me dije “eso lo quiero para mí”, y me puse manos a la obra para sacarme el grado de Fisioterapia. Posteriormente tuve la suerte de llegar a la Unidad de Terapia en el Agua (UTA) de la Fundación Instituto San José, y desde entonces no paro de aprender de todos mis pacientes lo que tan de moda se ha puesto: ‘la resiliencia’. Creo que no consigues saber el significado de esas palabras hasta que no trabajas codo con codo con personas como nuestros usuarios, porque ves su esfuerzo, motivación y alegría cuando dentro del agua logran hacer actividades que fuera no son capaces o les cuesta un mundo realizarlas. En todas las sesiones consiguen sacarme una sonrisa, así que puedo decir que mi sueño de acompañarles y sonreír cada día se ha cumplido.  

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